Redacción de una entrevista periodística en formato de crónica, realizada en 2007 para la materia Taller de expresión III, módulo Gráfica.
Omar Gonzalez, empleado del Aeroparque Jorge Newbery
“Para algunos, no hubo corralito”
Cae la tarde de un martes frío y nublado. Las amas de casa le preparan la merienda a sus hijos, mientras organizan las compras del día. En el séptimo piso de la torre doce del barrio Copello de Villa Lugano, un hombre toma mate y espera. Se trata de Omar Gonzalez, el jefe de la sección suministros de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA); Taller III se sumó a la ronda y lo entrevistó en su departamento.
La charla transcurre cordialmente, al presionar el botón rojo del grabador, comienza la entrevista. Empieza analizando el traspaso realizado en 2005 de la Policía Aeronáutica Nacional (PAN) a la PSA y sostiene que éste es un proceso complicado y muy trabado “porque el señor Marcelo Sain (interventor de la PSA) y el ministro del Interior, Aníbal Fernández, tienen un conflicto entre ellos, personal. Entonces, todo lo que se le tendría que haber facilitado a la Policía, factor humano, equipamiento, lo que se necesita en una fuerza para cumplir con sus funciones y con las normas internacionales en materia de seguridad de la aviación, no se dio”.
Este hombre de 58 años habla desde su vasta experiencia personal, y no tiene tapujos a la hora de tocar cuestiones políticas. Afirma que en la gestión civil de la PSA también hay autoritarismo, porque los nuevos interventores de la fuerza despidieron a más de 200 de sus compañeros para demostrar que aquel que rechazara sus determinaciones no debía trabajar allí.
Mientras ceba un mate, asegura que la problemática de los “abrevalijas”, empleados del aeropuerto que operan los scanners y roban objetos valiosos de los equipajes, es prácticamente irresoluble, ya que Ezeiza maneja alrededor de 250 mil personas por día, que trasladan su equipaje de un lado a otro; es todo un circuito, en el que hay muchas empresas que tratan con el pasajero. Entonces, aunque haya miles de policías, “las valijas nunca van a estar seguras completamente”, afirma Gonzalez.
Otro de los temas que lo toca de cerca es el de la valija con casi 800 mil dólares que el venezolano Antonini Wilson intentó entrar al país. Acerca de este hecho, Gonzalez sostiene que la situación en que se encuentra la maleta, lleva a pensar que es muy comprometedora, ya que hay gente de la política involucrada. Aclara que desconoce si el empleado de aduana recibió alguna dádiva, pero de lo que sí está seguro es que se trató de contrabando y no de intento, como se esbozó en los medios. “Una vez que uno cruza una frontera con elementos o dinero no declarado, y lo agarra la policía, eso es contrabando, no hay que investigar demasiado. Todas las vueltas que se dieron tienen que ver con que nadie quiere agarrar el caso”.
En sus 15 años de labor en el aeroparque, Omar Gonzalez observó, escuchó y vivió historias interesantes y muchas veces, comprometedoras. “Yo estuve presente en la época del corralito, cuando el ex ministro Jorge Domínguez (se refiere al titular del Ministerio de Defensa durante el gobierno de Carlos Menem) intentó irse a Uruguay con 25 mil dólares en una cartera. Al escanear el equipaje, un compañero mío lo detuvo, le preguntó qué llevaba y Domínguez le contestó: ‘Pibe, callate la boca porque yo a ustedes les di una gran mano con el último aumento que tuvieron’; sin embargo, el empleado dio la novedad al jefe de turno, que le dio conocimiento al jefe de aeropuerto y ahí terminó todo. A la tarde, el ex ministro estaba saliendo en otro vuelo, por otra parte del aeropuerto, con el dinero, para que no se lo agarrara el corralito”. Siguiendo con el tema, el entrevistado revela que durante esa época, a los aviones había que soplarlos para que levantaran vuelo por toda la plata que se llevaron de acá a Uruguay, por lo tanto, “para muchos políticos, el corralito no existió”, expone categóricamente. Sin embargo, aclara que hoy los controles son distintos.
Abre la puerta Claudia, su esposa desde hace 27 años, avisa que el menú nocturno de la familia estará compuesto por milanesas con ensalada. La charla se dispersa, el termo está vacío y el grabador se apaga. Amistosamente, la entrevista culmina.
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