Este programa fue realizado en grupo a finales del año 2007, como trabajo final para la materia Taller de expresión III, módulo televisión.
Mis participaciones en el trabajo transitaron sus tres fases de realización: En la pre-producción, comencé con la idea original, colaboré en el armado del guión literario y técnico, y gestioné locaciones y elementos de utilería. Durante el rodaje, asistí en dirección e iluminación; y en la etapa de post-producción trabajé junto al editor en el proceso de montaje.
Bloque 1 de 3
Bloque 2 de 3
Bloque 3 de 3
miércoles, 23 de abril de 2008
Crímenes perfectos
jueves, 17 de abril de 2008
"Para algunos, no hubo corralito"
Redacción de una entrevista periodística en formato de crónica, realizada en 2007 para la materia Taller de expresión III, módulo Gráfica.
Omar Gonzalez, empleado del Aeroparque Jorge Newbery
“Para algunos, no hubo corralito”
Cae la tarde de un martes frío y nublado. Las amas de casa le preparan la merienda a sus hijos, mientras organizan las compras del día. En el séptimo piso de la torre doce del barrio Copello de Villa Lugano, un hombre toma mate y espera. Se trata de Omar Gonzalez, el jefe de la sección suministros de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA); Taller III se sumó a la ronda y lo entrevistó en su departamento.
La charla transcurre cordialmente, al presionar el botón rojo del grabador, comienza la entrevista. Empieza analizando el traspaso realizado en 2005 de la Policía Aeronáutica Nacional (PAN) a la PSA y sostiene que éste es un proceso complicado y muy trabado “porque el señor Marcelo Sain (interventor de la PSA) y el ministro del Interior, Aníbal Fernández, tienen un conflicto entre ellos, personal. Entonces, todo lo que se le tendría que haber facilitado a la Policía, factor humano, equipamiento, lo que se necesita en una fuerza para cumplir con sus funciones y con las normas internacionales en materia de seguridad de la aviación, no se dio”.
Este hombre de 58 años habla desde su vasta experiencia personal, y no tiene tapujos a la hora de tocar cuestiones políticas. Afirma que en la gestión civil de la PSA también hay autoritarismo, porque los nuevos interventores de la fuerza despidieron a más de 200 de sus compañeros para demostrar que aquel que rechazara sus determinaciones no debía trabajar allí.
Mientras ceba un mate, asegura que la problemática de los “abrevalijas”, empleados del aeropuerto que operan los scanners y roban objetos valiosos de los equipajes, es prácticamente irresoluble, ya que Ezeiza maneja alrededor de 250 mil personas por día, que trasladan su equipaje de un lado a otro; es todo un circuito, en el que hay muchas empresas que tratan con el pasajero. Entonces, aunque haya miles de policías, “las valijas nunca van a estar seguras completamente”, afirma Gonzalez.
Otro de los temas que lo toca de cerca es el de la valija con casi 800 mil dólares que el venezolano Antonini Wilson intentó entrar al país. Acerca de este hecho, Gonzalez sostiene que la situación en que se encuentra la maleta, lleva a pensar que es muy comprometedora, ya que hay gente de la política involucrada. Aclara que desconoce si el empleado de aduana recibió alguna dádiva, pero de lo que sí está seguro es que se trató de contrabando y no de intento, como se esbozó en los medios. “Una vez que uno cruza una frontera con elementos o dinero no declarado, y lo agarra la policía, eso es contrabando, no hay que investigar demasiado. Todas las vueltas que se dieron tienen que ver con que nadie quiere agarrar el caso”.
En sus 15 años de labor en el aeroparque, Omar Gonzalez observó, escuchó y vivió historias interesantes y muchas veces, comprometedoras. “Yo estuve presente en la época del corralito, cuando el ex ministro Jorge Domínguez (se refiere al titular del Ministerio de Defensa durante el gobierno de Carlos Menem) intentó irse a Uruguay con 25 mil dólares en una cartera. Al escanear el equipaje, un compañero mío lo detuvo, le preguntó qué llevaba y Domínguez le contestó: ‘Pibe, callate la boca porque yo a ustedes les di una gran mano con el último aumento que tuvieron’; sin embargo, el empleado dio la novedad al jefe de turno, que le dio conocimiento al jefe de aeropuerto y ahí terminó todo. A la tarde, el ex ministro estaba saliendo en otro vuelo, por otra parte del aeropuerto, con el dinero, para que no se lo agarrara el corralito”. Siguiendo con el tema, el entrevistado revela que durante esa época, a los aviones había que soplarlos para que levantaran vuelo por toda la plata que se llevaron de acá a Uruguay, por lo tanto, “para muchos políticos, el corralito no existió”, expone categóricamente. Sin embargo, aclara que hoy los controles son distintos.
Abre la puerta Claudia, su esposa desde hace 27 años, avisa que el menú nocturno de la familia estará compuesto por milanesas con ensalada. La charla se dispersa, el termo está vacío y el grabador se apaga. Amistosamente, la entrevista culmina.
Leer más...
martes, 8 de abril de 2008
Una lágrima sobre el teléfono
Nota principal de una investigación periodística sobre los call centers realizada en 2007 para la materia Taller de expresión III, módulo Gráfica.
Preocupante situación de los call centers
Una lágrima sobre el teléfono
Las tareas que realizan allí los operadores también se diversifican de acuerdo al tipo de empleador; las más comunes son la recepción y resolución de reclamos, la ayuda brindada mediante el soporte técnico, y el ingreso en el sistema de ventas por catálogo, todas estas centradas en la atención al cliente. También se utilizan con el fin de vender distintos servicios y productos mediante llamadas salientes a potenciales clientes.
Estas nuevas oficinas están diseñadas para ocupar el mínimo espacio físico, y maximizar, de esta manera, el volumen de facturación. Cada operador telefónico trabaja en un box –caja, en idioma inglés- de reducidas dimensiones, y cuenta con una computadora, un teléfono y un headsets, un solo mecanismo que reúne auricular y micrófono.
Según la consultora Claves, el mercado nacional de los call centers alcanzó el año pasado una facturación total de 192 millones de dólares y se estima que alcance un incremento de 40 por ciento hacia fines de 2007. Este aumento en el rubro se mantiene en constante expansión desde su irrupción en el país, en el año 2002. Actualmente emplea a 55 mil personas en todo el país, por lo que es uno de los sectores que más fuentes de trabajo genera en Argentina.
La industria presenta dos tipos de empresas: las que cuentan con capital nacional y las off shore. Estas últimas son aquellas cuyas inversiones principales provienen de otros países, pero que utilizan la subcontratación en países atractivos en materia económica y de recursos humanos como método de reclutamiento de empleados. Argentina presenta un escenario propicio para la instalación de este tipo de compañías por dos motivos fundamentales, denominados financieramente ventajas competitivas: posee una amplia mano de obra versátil y cuenta con un tipo de cambio alto. Estas razones están fuertemente relacionadas.
Las personas empleadas en call centers son, en su mayoría, estudiantes universitarios que necesitan un trabajo que les demande pocas horas para poder terminar sus carreras de grado, están altamente capacitadas y tienen predisposición a adaptarse a las barreras de idioma. Además, el alto nivel de desocupación que alcanza el país proporciona una excelente base para las empresas, a la hora de la negociación salarial, debido a la masa de desempleados que funcionan como ejército de reserva.
La otra causa del desembarco de estos nuevos negocios a la Argentina, el tipo de cambio alto, fue determinante para su elección. Luego de la devaluación de la moneda nacional, a comienzos de 2002, y mientras se superaba la fuerte crisis que esto había acarreado, el país se presentaba como un mercado favorable para los negocios extranjeros, dado que el costo de las inversiones y de los salarios se reducía marcadamente, en relación al dólar o al euro.
Argentina tiene uno de los salarios más bajos a nivel mundial para esta actividad: cada hora se paga tres dólares. La media latinoamericana oscila entre 12 y 15 dólares, y en países desarrollados como Canadá, entre 20 y 25. Un teleoperador que trabaja 30 horas semanales cobra, en promedio, 360 dólares al mes, lo que representa un costo muy bajo en comparación con las grandes ganancias que desembolsan los call centers en países devaluados y subdesarrollados.
Uno de los problemas más apremiantes que conlleva el trabajo en un call center tiene que ver con los inconvenientes referidos a la salud que contraen quienes se emplean en el sector. Existe un 30 por ciento que padece síndrome crónico de estrés; muchos presentan casos de ataques de pánico, fobias, o problemas psicológicos diversos; además de la notable disminución de la capacidad auditiva.
Otra de las problemáticas dentro del rubro son las malas prácticas de gestión del capital humano, que finalmente derivan en una baja calidad de servicio, con clientes disconformes y empleados sobre exigidos. La escasa capacitación brindada a los agentes telefónicos que ingresan al sistema, y a aquellos que son ascendidos a los cargos de supervisores es una de las principales causas por las que el índice de rotación en este tipo de puestos sea tan alto: entre 200 y 300 personas rotan semanalmente solo en Capital Federal. Además, según datos del Ministerio de Trabajo, 52 por ciento de los motivos de desvinculación en esta industria es por decisión del trabajador y, en la gran mayoría de los casos, quienes se van no quieren volver, ni siquiera en un largo plazo.
Las nuevas tendencias empresariales marcan rumbos impensados hace tan sólo un par de años. Las fuentes de trabajo que generan son elogiadas, sin duda; pero la pregunta que surge es si el costo no será demasiado alto. Leer más...
lunes, 7 de abril de 2008
Sí, creo
Nota editorial realizada en 2007 para la materia Taller de expresión III, módulo Gráfica.
Sí, creo
Es el fenómeno religioso más resonante de los últimos tiempos. Las causas que explican este crecimiento grafican el panorama social, político y económico del país, ya que las iglesias evangélicas tomaron fuerza al cubrir espacios que el estado y la sociedad argentina dejaron vacíos.
La fe y la creencia fueron aumentando de manera proporcional a la crisis y al desempleo. Para Rubén Dri, profesor de Sociología de la religión en la Universidad de Buenos Aires, “los evangélicos crecieron sobre la necesidad”. Además, a través de su incursión en los medios de comunicación, esta nueva religiosidad llegó masivamente a los sectores relegados por la iglesia católica como las cárceles, las villas, y los lugares que el sistema olvidó.
El desamparo que sufrieron y sufren aún, diversos sectores de la comunidad es uno de los temas más urgentes que el estado debe solucionar, más allá de la fe religiosa, católica o evangélica.
Leer más...
La InsAna
La InsAna.
Guión de Verónica Fervenza.
Escena 1
Interior. Habitación de ANA. Día.
El reloj despertador marca las 12:59. ANA está acostada, abre los ojos, trata de desperezarse. El reloj marca las 13:00, sobre la mesa de luz hay un vaso casi vacío. ANA se levanta. El cuarto tiene rastros de haber sido abandonado por mucho tiempo, hay ropa sucia por el suelo y sobre la cama, las ventanas están cerradas, papeles, fotografías y restos de comida completan el panorama. ANA está desaliñada, en piyama, pantuflas, despeinada y algo aturdida. Abre la puerta y se dirige a la cocina. El resto de la casa también está desordenada y sucia. Enciende una vieja radio.
Se escucha un TANGO.
De la heladera toma un cartón de vino, de la mesada un vaso de vidrio y se sienta en una de las sillas del comedor. Bebe un vaso de vino. Su mirada está perdida.
Escena 2
Interior. Habitación de ANA. Día.
ANA entra en la habitación. Se sienta en la cama y comienza a ver fotos amarillentas.
Escena 3
Interior. Habitación de ANA. Día.
INSERTO de una fotografía en la que se puede ver a ANA, mucho más joven, junto a un hombre, ambos sonríen. Siguiente fotografía: la misma pareja, esta vez abrazados. Otra foto en la que se ven besándose apasionadamente. En la siguiente foto está sólo el hombre y del lado de atrás de la foto se lee: Para Ana, el gran amor de mi vida, con todo mi cariño, Luis.
Escena 4
Interior. Habitación de ANA. Día.
ANA se queda mirando la foto de LUIS, sus dedos recorren la figura del hombre en la foto y una lágrima cae sobre la misma. Llora desconsoladamente. Tira las fotografías a un lado y se acuesta en la cama. Se levanta y agarra de la mesa de luz la caja de vino. La da vuelta sobre el vaso, se da cuenta que está vacía. Se dirige al comedor.
Escena 5
Interior. Casa de ANA. Día.
ANA toma de una repisa una vieja alcancía, la da vuelta y caen sobre la mesa algunas monedas, las agarra. Apaga la radio. Sale.
Escena 6
Exterior. Calle. Día.
ANA camina hacia un almacén. Mira el suelo. Ve acercarse a un HOMBRE, que camina en dirección opuesta a ella.
Escena 7
Exterior. Calle. Día.
PDV de ANA: Recorre la figura del HOMBRE hasta llegar a su rostro. Es LUIS. Pasa frente a ella, pero no la ve. Entra en una casa.
Escena 8
Exterior. Calle. Día.
ANA mira a LUIS con amor. Sus ojos se iluminan. Intenta hablarle, pero no salen palabras de su boca.
Escena 9
Interior. Casa de ANA. Día.
ANA abre la puerta de su departamento, trae en sus manos una bolsa en la que se ve una caja de vino; la deja sobre la mesa. Camina hacia la habitación.
Escena 10
Interior. Habitación de ANA. Día.
Abre el armario y allí encuentra un vestido de novia, que a pesar de ser viejo, se nota que no ha sido usado. Con el vestido en sus brazos se dirige al espejo de pie que está en la esquina de su cuarto. Coloca el vestido frente a su cuerpo y mira el espejo, con tristeza, pero esperanzada. Deja el vestido de novia sobre la cama.
Escena 11
Interior. Baño de ANA. Día.
ANA está cambiada. Se lava enérgicamente la cara, se mira en el espejo, se peina, se maquilla un poco. Sonríe.
Escena 12
Exterior. Calle. Día.
ANA camina apresuradamente. Llega a la casa donde había entrado LUIS. Se sienta en la vereda. Espera. Enciende un cigarrillo. Está nerviosa, pero ansiosa a la vez.
Escena 13
Exterior. Calle. Día.
PDV de ANA, sale de la casa LUIS, junto a una MUJER y un NIÑO. Todos sonríen. Se los puede ver felices, como una familia. LUIS besa a la MUJER, luego al NIÑO, éstos se quedan en la puerta de la casa y LUIS se va. Dobla la esquina.
Escena 14
Exterior. Calle. Día.
PRIMER PLANO de ANA, se encuentra muy triste.
Escena 15
Exterior. Puerta de una iglesia. Día.
ANA está sentada en las escaleras de una iglesia, con el mismo vestido de novia que se probó en su casa, en la mano tiene un ramo de jazmines. Está espléndida, radiante, más joven y hermosa. Espera. Mira el reloj. Continúa esperando. Mira para todos lados. Está nerviosa. Se para. Se sienta. Mira el reloj una vez más, y finalmente arroja el ramo a la calle. Se va, caminando sola.
Escena 16
Exterior. Calle. Día.
PRIMER PLANO de ANA, una lágrima recorre su cara. Se pone de pie y llorando golpea una pared con fuerza, la patea. Llora desconsoladamente. La gente que pasa junto a ella la mira horrorizada. Camina lentamente, casi en zigzag.
Escena 17
Interior. Casa de ANA. Noche.
ANA abre la puerta de su casa, está abatida, muy cansada y angustiada. Se sienta en una silla del comedor y bebe de un vaso que está sobre la mesa. Enciende un cigarrillo. Toma un cuadro que estaba colgado en la pared, con una foto de ella y LUIS, lo observa detenidamente, primero con ternura, luego con mucha bronca. Lo lanza sobre el suelo.
Ruido de vidrios rotos
El cuadro se rompe en mil pedazos. ANA está furiosa.
Escena 18
Interior. Baño de la casa de ANA. Noche.
ANA se mira en el espejo, con agua y de manera violenta se quita el maquillaje.
Se desata el pelo, se vuelve a mirar en el espejo. Está desaliñada, fea y algo borracha. Le cuesta mantenerse de pie. Tambalea. Va a su habitación. Se sienta en la cama y ve el vestido de novia. Lo arroja violentamente en el suelo. Lo pisotea.
OTRO ÁNGULO.
Enciende otro cigarrillo y se acuesta. Tiene los ojos abiertos por un rato. Tiene la mirada en un punto fijo. Luego, duerme profundamente.
Escena 19
Interior. Habitación de ANA. Día.
Son las 12:59. ANA abre los ojos. Se sienta en la cama. Está concentrada. Enciende un cigarrillo.
Escena 20
Interior. Comedor de la casa de ANA. Día.
Se sirve un vaso de vino. Enciende la radio.
Se escucha un TANGO.
Observa los vidrios rotos del día anterior que quedaron en el piso. Termina su vaso de vino. Apaga el cigarrillo. Camina hacia su cuarto.
Escena 21
Interior. Habitación de ANA. Día.
Revuelve todos los cajones, los vacía en la cama y en el piso. Finalmente encuentra un revólver, se fija si está cargado. Se sienta en la cama. Tiene solo una bala.
TRAVELLING CIRCULAR sobre ANA.
ANA lleva el revólver a su boca. Parece que va a disparar. Está temblando. Suda. Deja lentamente el arma sobre la cama. Se toma la cabeza con las manos. Está nerviosa y atemorizada.
Escena 22
Interior. Baño de la casa de ANA. Día.
ANA abre la ducha.
Se escucha el agua caer.
Se dirige al comedor. Cambia el dial de la radio.
Se escucha un tema de salsa.
ANA sonríe. Baila unos pasos, sola.
Escena 23
Interior. Habitación de ANA. Día.
ANA tiene el pelo mojado. Tiene puesto un pantalón y una remera limpios y planchados. Se perfuma. Peina su cabello. Se mira en el espejo. Sonríe. Agarra el revólver de la cama, que está junto a la foto de LUIS, y lo guarda en su cartera. Toma la foto y le da un beso. La apoya en la mesa de luz.
Escena 24
Interior. Casa de ANA. Día.
ANA está frente a la puerta, mira a su alrededor. Abre la puerta, sale, tras ella cierra la puerta.
Escena 25
Interior. Pasillo del edificio de ANA. Día.
ANA mira por la ventana.
PDV de ANA, se ve la calle, es un primer piso, así que se puede distinguir a las personas que pasan.
Escena 26
Interior. Pasillo del edificio de ANA. Día.
Vemos a ANA de espaldas, mirando hacia la calle. Enciende un cigarrillo. Espera.
Escena 27
Interior. Pasillo del edificio de ANA. Día.
ANA espera. Mira el reloj. Apaga el cigarrillo. Mira constantemente hacia abajo.
Escena 28
Interior. Pasillo del edificio de ANA. Día.
PRIMER PLANO de ANA, abre grande sus ojos, se le ilumina la cara, sonríe. Mira su cartera y saca de ella el arma.
Escena 29
Interior. Pasillo del edificio de ANA. Día.
PDV de ANA. Ve a LUIS en la esquina, caminando hacia el lado donde está ella.
Escena 30
Interior. Pasillo del edificio de ANA. Día.
ANA le apunta con el revólver a LUIS. Lo tiene en la mira. Martilla el arma, la bala está lista para salir. ANA desaparece de cuadro.
Escena 31
Interior. Pasillo del edificio de ANA. Día.
PLANO DETALLE del brazo de ANA, que tiene una jeringa, hay un ENFERMERO que la está inyectando. Ella se desvanece, de va debilitando, se desmaya con el revólver en la mano, no llegó a disparar.
Escena 32
Interior. Pasillo del edificio de ANA. Día.
Vemos dos ENFERMEROS que tienen en los brazos a ANA. Uno de ellos tiene una carpeta en donde se puede leer la historia clínica de ella.
Escena 33
Interior. Pasillo del edificio de ANA. Día.
INSERTO de la historia clínica de ANA: Paciente psiquiátrico, con serios problemas de adaptación, episodios de esquizofrenia paranoica: dificultades para distinguir entre los hechos reales y los producidos por su imaginación, medicada de manera crónica y estricta.
Observaciones especiales:
06/09/2003 Fuga del hospital Psiquiátrico Doc. Braulio Moyano.
20/12/2003 Reinserción de la paciente en el hospital.
18/08/2005 Fuga del hospital Psiquiátrico Doc. Braulio Moyano.
INSERTO: El ENFERMERO sella la planilla: Insana.
domingo, 6 de abril de 2008
Identity
Redacción de un texto en el que se tome una metáfora acuñada al pie de la letra, realizada en 2004 para la materia Taller de expresión I.
Modalidad: Idea grupal, escritura individual.
- ¿Me das tu nombre, linda?- así empieza esta historia. Desencuentro. Desamor. Desengaño. Desazón.
Fui una ilusa, en ese solemne y diminuto acto le entregué a aquel desconocido mi nombre, y junto a él, mi identidad.
Mi nombre, mi bello nombre (por razones judiciales no puedo mencionarlo) ¿Quién hubiese imaginado que existe un ser tan despreciable y mercenario que deambula por la vida enamorando muchachas bonitas y quitándoles sus nombres, con el solo propósito de obtener a cambio una retribución económica? Sí, una especie de “secuestrador de nombres”.
Sólo recibí una llamada de este sujeto luego de la extracción. Era un extorsivo experimentado y exitoso, un experto: Exigía ex profeso una suma exuberante, exagerada, exorbitante y excesiva a cambio de la devolución de mi nombre. Me extralimité.
Luego de la comunicación, me dirigí hacia la comisaría, para asentar formalmente la denuncia por arrebato de bienes personales (¿Existe un bien más personal que la propia identidad?). Los policías se rieron durante una hora, cuarenta y tres minutos y diez segundos. Fue bochornoso, pero debía hacerlo para recuperar mi nombre.
Por suerte, el embaucador tenía antecedentes por robo reiterado y privación ilegítima de la libertad nominal, seguida de extorsión agravada, así que no fue difícil su captura. Pero, por ser delitos excarcelables, es un bandido en libertad condicional.
El proceso judicial es largo y penoso, y la jueza, en primera instancia, ha decidido el pago de cuarenta y dos pesos en concepto de trámites para la restauración de mi identidad. Por supuesto, todos los gastos deben correr por mi cuenta, ya que soy la principal interesada en recuperar mi nombre. De todos modos, la medida fue apelada y calculo que para el año 2010 este problema estará resuelto por completo. Leer más...
Maldita Noche
Crónica acerca de la noche de los Bastones largos realizada en 2004 para la materia Taller de expresión I.
A 38 años de la noche de los bastones largos, aquí, un breve recorrido por aquella bisagra que significó un antes y un después en la historia de las Universidades argentinas.
Fue a las once de la noche del viernes 29 de julio de 1966. Los policías entraron a la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, en la calle Perú 222. Tiraron la puerta abajo y comenzó la violencia jamás pensada por ningún miembro de la comunidad educativa.
Estaban preparados: entraron con bastones de madera, escudos y armas de fuego. Además, el operativo, dirigido por Mario Fonseca, contó con cinco carros de asalto, una autobomba y un centenar de agentes de la Guardia de Infantería.
-Soy el decano de la facultad- le gritó Rolando García a uno de los efectivos.
-¡Qué decano ni qué carajo! Vamos a limpiar a todos los comunistas y judíos que hay acá-.
En el patio central de la facultad habían armado hileras de gente con los brazos en alto y de cara a la pared. La humillación se completó con golpes, patadas, empujones y gritos brutales. La policía agredió a docentes y alumnos, a hombres y mujeres, sin distinción alguna. Heridos y atemorizados, los estudiantes y profesores fueron detenidos y trasladados a las comisarías de la zona, que se vieron colmadas. Esa misma madrugada, la mayoría de los docentes fueron liberados. El resto de las liberaciones se produjo en forma arbitraria, unos antes, otro después.
El placer de los dioses (y de los demonios)
El tímido mediodía de aquel viernes sorprende al flamante presidente inconstitucional, Juan Carlos Onganía en la casa de Gobierno.
-¿Está seguro, General?- Pregunta su secretario privado. El General, sin inmutarse, y mientras garabatea su firma en el decreto-ley 16.912 se excusa: -Esos zurditos me deben una. Van a saber que con nosotros no se jode.
Horas más tarde, el decreto que ponía fin a la autonomía universitaria conseguida en 1918 se hacía público. Se acabaría el gobierno tripartito y las autoridades de las universidades nacionales serían subordinadas al Ministerio de Educación. Ante tal avasallamiento, el rector de la U.B.A, Hilario Fernández Long rechazó ese nombramiento y sus asesores presentaron sus renuncias. Mientras, en las facultades se realizaron asambleas para determinar cuál sería el plan de acción.
En Exactas se decidió tomar el edificio de forma pacífica; pero esta actitud de no agresión representaría sólo una parte de los bandos. Lo cierto es que la violencia llegó de parte de la Guardia de Infantería que, obviamente, acataba órdenes. Órdenes de reprimir.
Como el fútbol, la vida da revancha, reza el dicho. Parece que en la noche de los bastones largos, a los militares se les fue la mano. Era una deuda pendiente: los estudiantes representaban un foco –sino el único- opositor al gobierno de facto que derrocó al presidente Illia.
Ya en 1965, al manifestarse abiertamente contra el envío de tropas argentinas a la isla de Santo Domingo, invadida por Estados Unidos, el movimiento estudiantil comenzó a convertirse en un problema para las fuerzas armadas, particularmente interesadas en complacer a los norteamericanos. Luego de varios actos convocados por distintas agrupaciones universitarias para tratar de impedir la participación del país en la intervención, y tras la muerte de un alumno en uno de ellos; la decisión del gobierno radical (el no envío de tropas a Santo Domingo) tranquilizó los ánimos estudiantiles y ofuscó a los militares.
En octubre de ese año, llegaría la gota que rebalsó el vaso para los militares. El acto por el 51° aniversario del fallecimiento del ex presidente Julio Roca fue el marco que eligieron los estudiantes para manifestarse, una vez más, contra las autoridades militares. Himno nacional. Entrada de la Bandera de Ceremonias. Discursos armados estructuralmente para la ocasión. Puro protocolo. De repente, el jefe de la Fuerza Aérea, Brigadier Carlos Conradi Armanini siente en su cabeza un golpe leve, pero conciso. La lluvia de monedas e insultos proveniente de la facultad de ciencias Exactas interrumpió el solemne discurso. Caían sobre los generales, funcionarios y ministros que presenciaban pasivamente el acto.
Y claro, estos hacen lo que quieren porque saben que no podemos entrar a la Universidad, pero ya se va a acabar-. Fueron las palabras del jefe de Policía, mientras quitaba una moneda de cincuenta centavos del cuello de su camisa.
Se empezaba a preparar la Operación Escarmiento, que tendría su punto máximo la triste noche de los violentos bastones largos.
Pero esa noche no fue sólo un cóctel de agresión y humillación a los universitarios. Esa noche marcó un punto de inflexión en la vida del país y de las universidades. Es inevitable el recuerdo de la época de oro de la U.B.A: todos añoran el período 1955-1966, en el que las cosas eran distintas. El capitán Piluso brillaba en la TV, que comenzaba a convertirse en un medio de comunicación popular. Los radioteatros, a su vez, seguían reuniendo a la familia alrededor del aparato radiofónico y la señora Legran almorzaba en su casa, y no por televisión. Era otro país, era otra la Universidad de Buenos Aires. Moderna, actualizada, conectada con el resto de los países más avanzados. En esa etapa se crearon carreras (en 1957, por ejemplo, Sociología y Psicología); se incrementaron los cargos de profesores full time y apareció –entre otros institutos de investigación- el CONICET. Los recursos, claro, eran otros: Gran parte del presupuesto nacional estaba dedicado a la educación universitaria.
La autonomía era uno de los valores incuestionados por los gobiernos de Frondizi y de Illia. Éste fue muy presionado durante el último año de su gobierno por los militares, que pretendían intervenir la Universidad. Finalmente, como suele suceder por estas latitudes, el Presidente constitucional Arturo Illia fue derrocado el 28 de junio de 1966 por una junta militar, que nombró ‘presidente’ al General Juan Carlos Onganía. Era el principio del fin para la autonomía universitaria y la calidad académica. Era un excelente momento para saldar las cuentas pendientes que la cúpula militar tenía con los estudiantes.
Mi U.B.A querida
Luego de la aberración sufrida la noche del 29 de julio de 1966, la
mayoría de los docentes –los mejor formados y los más capacitados- presentaron sus renuncias a las universidades nacionales.
Después de los golpes bajos que sufriría el país y particularmente la actividad universitaria, el retorno de la tan preciada democracia traería un poco de paz a las aulas.
Los salvajes ’80 llevarían vientos de cambio y la Universidad de Buenos Aires, poco a poco, como el ave Fénix, reiniciaría la búsqueda de aquella excelencia tan añorada.
Parece increíble que una noche decida, caprichosa, el destino de gran parte de un país y de su gente. No se valora lo que se tiene hasta que se lo pierde. Hoy, a 38 años de aquella bisagra en la historia nacional, los pasos firmes y acartonados de los borcegos militares siguen resonando en los pasillos de las facultades. Aquella excelencia no se recuperó, pero los innumerables esfuerzos de docentes y alumnos no dejan lugar para la resignación.